viernes, 8 de febrero de 2013

La posición sin nombre. 1ª parte.


La posición sin nombre

Amanece en Annual tras una aciaga noche donde después de varias juntas de oficiales se ha decidido abandonar el campamento, aunque la gran mayoría de hombres aún desconoce el destino que les espera esa mañana. No lejos de allí, en Ben Tieb, una columna compuesta por los escuadrones de Alcántara, tres compañías de Ceriñola y una de zapadores se preparan para instalar y fortificar una nueva posición entre la Intermedia B y Yebel Uddia, en el portillo de Beni Asa. Aquellos hombres que desde Ben Tieb partieron en las primeras horas del 22 de julio, desconocedores de lo que ocurría en Annual, se vieron envueltos en un trágico destino por cumplir una orden: montar una posición que no llegaría ni a ser fortificada ni a tener un nombre, pero sí costaría muchos muertos entre los miembros de aquella columna, sobre todo entre las tropas de infantería e ingenieros.
Para poder reconstruir los últimos momentos, entre las 11 y las 12 horas del 22 de julio, retrocederemos hasta días después de la pérdida de Abarrán, cuando un capitán de policía indígena le sugiere a su Comandante General la posibilidad de ubicar una nueva posición en la pista, cerca de Yebel Uddia, a la izquierda del puente de madera. También recurriré a los testimonios de los pocos supervivientes, que aportan interesantes pruebas de la dura retirada hasta Ben Tieb; seremos testigos de cómo y dónde varios declarantes ven morir al coronel Morales a lomos del caballo de un cabo de ingenieros; conoceremos a un joven teniente que entra por primera vez en combate y no se arredra; sabremos de un soldado que en su desesperación bebe gasolina; veremos cómo un  capitán de San Fernando cede su caballo a un sargento herido antes de ordenar evacuar Ben Tieb, y otras tantas anécdotas protagonizadas por los integrantes de aquellas compañías olvidadas. A la posición no se le llamó de ninguna manera; sus parapetos a medio levantar, las alambradas sin extender y sus sacos sin rellenar quedaron allí, abandonados entre la inmensidad de los barrancos del Rif. Este poco acreditado episodio del Desastre fue protagonizado por cientos de hombres, a muchos de los cuales quiero poner hoy nombre.

La posición sin nombre

La idea
Julio Fortea se hizo cargo de su mía tras la muerte en Abarrán del capitán Ramón Huelva. Hasta el 31 de mayo se hallaba destinado en el 59 de infantería, y era un oficial con muchos años de experiencia entre tropas indígenas. La 13ª Mía permaneció en Buymeyan hasta que el 9 de junio, tras intervenir en la ocupación de Igueriben,  fueron enviados a su cabecera en Dar Mizziam, en Beni Ulisex. La mía tenía en aquel momento unos efectivos de unos 200 hombres y los oficiales tenientes Alfredo Erquicia Aranda, que se hallaba al frente de la oficina en Dar Mizziam, Enrique Haro Melgares de Segura, Francisco Urenda Miranda, Agustín Martínez Luque, el alférez Rafael Ferrando de la Lama, el oficial moro 2ª Buamana ben Ismael, y el teniente médico Miguel Fernández Andrade. 

Imposición de la medalla militar individual al capitán Julio Fortea García
En la declaración de Fortea queda claro que mantenía contacto diario  con el coronel Morales, lo que es lógico si tenemos en cuenta que era el capitán más antiguo de policía de aquella zona. También se reflejan las entrevistas con el Comandante General, siendo la primera de las que tenemos referencia la que se produjo el día de San Juan en las inmediaciones de Yebel Uddia. Durante la conferencia, el General le comunicó su intención de avanzar hacia Tizzi Azza con el fin de ocupar el macizo instalando una posición dominante.  La idea no le debió parecer bien al capitán ya que respetuosamente indicó a Silvestre la conveniencia de no avanzar más de lo preciso y consolidar la línea alcanzada hasta entonces. Durante la entrevista se cita de manera explícita la utilidad de construir un blocao en el interior de la Kabila, cerca de donde se estaba realizando la conferencia, aunque no se dice expresamente un lugar concreto. Sería días después cuando por primera vez el capitán Fortea designara el lugar donde debía estar enclavada la posición sin nombre: el portillo de Beni Asa. También se permitió observar al Comandante General la inconveniencia que suponía para los oficiales de policía indígena ver al General acompañado frecuentemente de un extranjero sospechoso a quien en la transcripción de la declaración citan como “Chivelli”, que en realidad era el escritor y aventurero Angelo Ghirelli, con el que Silvestre mantuvo una relación que, aunque poco documentada, aparece en todas las reseñas como persona de dudosas referencias. Prueba de ello es el telegrama que, con fecha 17 de junio, dirige el Alto Comisario al Comandante General donde se indica que no es necesario aceptar dar entrada en nuestros trabajos políticos a otros elementos que no sean los que ya disponemos, y le pide agradezca a Ghirelli su gestión, al parecer, en un asunto relacionado con la retirada del Harka de Hamido. No hace mucho encontré casualmente en Palma de Mallorca la sepultura de Ghirelli; estaba casado con Elisa, hija del célebre pintor impresionista Eliseo Meifrén Roig, y falleció en la isla en 1953.
El viernes 8 de julio, aprovechando un permiso, Fortea se desplaza a Melilla y es recibido en la Comandancia por Silvestre. Sobre su mesa el General despliega un plano y anuncia al capitán que el revés de Abarrán, todavía muy vivo en el recuerdo, merecía una revancha e insiste en su idea de conquistar Tizzi Azza como paso definitivo en la conquista de Alhucemas. Tan solo le faltaba material -decía- y otros elementos que no le mandaban, pero aseguraba estar en condiciones de poder llegar hasta Alhucemas.  Fortea, más comedido, sugiere al General esperar a que se redujera el harka por tener que consagrarse a las faenas agrícolas o por agotamiento, y vuelve a recordar la necesidad de situar el blocao en la Kabila, localizando por primera vez la nueva posición entre la Intermedia B y Yebel Uddia. Esto es importante para ubicar la posición sobre el territorio ya que la única referencia que tenemos es un puente de madera en la pista que conduce desde Ben Tieb hasta Annual. El puente fue construido en el mes de mayo por el capitán de ingenieros Antonio Sarmiento León Troyano, y según la declaración de los testigos, la posición se situaría a la izquierda del camino en dirección Annual. Antes de abandonar el despacho, Fortea recibió órdenes de incorporarse a su mía, reunirse con el coronel Morales y preparar un reconocimiento sobre Tahuarda.  Quiso el destino que aquel día se cruzasen en la Comandancia dos capitanes que, sin saberlo, serían protagonistas el 22 de julio en el asentamiento de la nueva posición. Julio Fortea tuvo la idea, y Benito Luque Pinillos, que se cruzó con él cuando iba a presentarse al Comandante General, fue el encargado de conducir las tropas de Ceriñola que debían quedar de guarnición.

Pista Annual a Ben Tieb. Imagen cedida por Juan Tomás Palma Moreno

Entrevistas en la pista
Tras una semana de permiso, Fortea se incorpora a su mía cuyo mando había accidentalmente quedado al cargo del teniente Enrique Haro ya que el más antiguo, Alfredo Erquicia Aranda, se había hecho cargo de la oficina indígena de Annual el 2 de julio. Tradicionalmente hemos ubicado al teniente Haro Melgares de Segura en la Intermedia A el 22 de julio, ahora puedo afirmar rotundamente que este oficial no estuvo destacado ni un solo día en la Intermedia junto a los hombres que mandaba el capitán Escribano Aguado. Tal y como veremos, el teniente Haro murió en Monte Arruit, adonde se había retirado con los restos de su mía. El día 15 recibe orden telefónica del coronel Morales de reunirse con él a la mañana siguiente en la pista, cerca de Yebel Uddia. Junto a Ben Chelal revistan el servicio que presta la mía y recorren las inmediaciones buscando los puestos enemigos, con el objetivo de ocupar una posición a unos 6 kilómetros de Uddia, apta para situar una batería de montaña que pudiera batir la entrada de Tizzi Azza. Demasiado peligroso: para llegar allí había que sortear al enemigo parapetado en Amesauro, a espaldas de Igueriben, y solo contaban con la mía  de Fortea y la 12ª de Capablanca que tenía su cabecera en Buhafora. Morales y Fortea deciden unánimemente que la operación resulta del todo imposible y que se corre el riesgo de caer en un segundo Abarrán, de persistir en la idea. Finalmente, por contentar a Silvestre, el coronel considera la posibilidad de realizar la operación llevando a cabo una maniobra desde Buhafora y Zayudait, pero también en este caso coinciden en la imposibilidad de tal acción. Fortea acompaña a Morales hasta Ben Tieb y durante el camino conversan acerca de la situación poco favorable y de las confidencias recabadas sobre el posible levantamiento de las kabilas tras la recogida de la cosecha.  
El 16 de julio, Fortea vuelve a reunirse con Morales; este le pide formar un harka amiga, por lo que el capitán parlamenta con los jefes, esa misma tarde forma el contingente e informa a su coronel. Asimismo, ambos oficiales parlamentan sobre las confidencias recibidas en la mía del capitán en el sentido de que la harka se ha engrosado considerablemente y pretende cortar el suministro entre Izzumar y Annual.  Con el objeto de reforzar la mía, el capitán recibe la promesa de Morales de que dispondrá de 80 hombres más y 2 oficiales que se incorporarán dos días después. Al día siguiente desde Yebel Uddia son testigos del intenso fuego que se cierne sobre Igueriben y saben que el escuadrón del capitán Cebollino ha podido llevar algo de agua a la posición que inicia entonces su calvario. A partir de este día los efectivos de policía indígena desplegados en la zona se irán incrementando en la medida de lo posible. El 18 llegan a Ben Tieb los refuerzos prometidos por el coronel Morales: 80 hombres  junto a los tenientes Joaquín Crame Martínez y Antonio Martínez Luque. El capitán Fortea se hace acompañar de los jefes de su kabila para garantizar la seguridad de sus tropas. Los refuerzos quedan en Yebel Uddia y al día siguiente se incorporan en Dar Mizziam el capitán Jiménez Ortoneda, el teniente Suárez Cantón y 30 policías de infantería pertenecientes a la 8ª Mía que tenía su cabecera en Afsó. Estas tropas no quedaron en la cabecera de la mía sino que se desplegaron entre Yebel Uddia y la Intermedia B.

Vista aérea de las posiciones, fotografía tomada y cedida por Santiago Domínguez Llosa

Ese mismo día 18, muchos oficiales que se hallan de permiso en Melilla reciben orden de incorporarse a sus unidades y el alto mando decide la creación de compañías provisionales para reforzar las tropas que se hallan en el frente. El diario de operaciones de la Comandancia del mes de julio refleja el movimiento de  tropas.  Del regimiento de África; la 1ª/I que manda el capitán Asensi se incorporará a la columna del Zoco el día 19, y otra compañía formada por destinos quedará repartida entre Batel, Tistutin y Usuga. El regimiento de San Fernando organizará una compañía de destinos que quedará de guarnición en Uestia, y otra, que se hallaba en la plaza, se unirá a las fuerzas acantonadas en Drius. El regimiento de Melilla 59 no organizó compañías provisionales, todas se hallaban en primera línea, tan solo se produjo el relevo de las fuerzas en Sammar e Ishafen. Finalmente, se ordena a la policía indígena que designe un destacamento de 15 policías para guarnecer el fortín del puente del camino entre Ben Tieb y Annual. 
A las 15.35 horas del 18 de julio el regimiento de Ceriñola recibe un telefonema de la Comandancia General dirigido al teniente coronel José Ros (jefe accidental):
Disponga Vs que la 3ª/II de ese cuerpo, presente en la plaza, marche mañana 19 a pernoctar en Zeluán, para continuar el día siguiente a Batel, el 21 a Ben Tieb y el 22 a Annual, donde quedará de columna. Con resto de fuerza disponible en esta plaza y destinos menos indispensables organizará además dos compañías de 60 hombres mandadas por capitanes y oficiales de los presentes en la plaza, que, saliendo también mañana de esta, relevará una de ellas a la 1ª/III en Nador y a la 6ª/III en Monte Arruit y Zaio, uniéndose las relevadas en estos puntos a la 3ª/II y marchando con ella a Annual donde quedarán de columna.
Aunque explícitamente no se hacía referencia a la posición sino a que las compañías debían unirse al batallón de Ceriñola en Annual, es en este preciso momento cuando todos los protagonistas que intervienen en este relato se hallan ya en liza. Hay que destacar que no se cumplieron a rajatabla las órdenes de la Comandancia ya que las dos compañías provisionales no fueron mandadas por capitanes sino por tenientes. En cuanto al número de hombres, se superó la cifra que se demandaba: ambas unidades superaban los 70 hombres. La 1ª provisional iba al mando de los tenientes Antonio García Fernández y Luis Balmaseda Sánchez, y al frente de la 2ª los tenientes Enrique Navasa Pérez y Tomás Pérez Andrade.

Tomás Pérez Andrade 1897-1921

De las 23 compañías operativas que poseía el regimiento, incluyendo las dos provisionales, estaban destacadas en primera línea un total de 20. En cuanto a las tres restantes: la de ametralladoras del I Batallón se hallaba en la plaza en reestructuración, la 5ª/I en el Peñón de Vélez y la 2ª/III en Alhucemas. Sumando todos los efectivos destacados en columnas o destacamentos fijos ascienden a las siguientes cifras: 2 jefes, 65 oficiales y 1848 clases y soldados. Posteriormente, con fecha 5 de septiembre, de toda la oficialidad se darían por desaparecidos o muertos a 57 oficiales y hasta 1517 de tropa, aunque realmente el número de muertos de la unidad se situó alrededor de los 1140 hombres, ya que no se habían contabilizado ni los prisioneros ni los que fueron apareciendo a medida que se iban recuperando las posiciones perdidas durante el Desastre.
Martes 19 de julio. Fortea, que sigue con sus descubiertas y sus servicios rutinarios mientras la situación en Annual se torna cada momento más complicada, vuelve a reunirse con Morales hallándose esta vez presente el general Navarro que apresuradamente ha vuelto de la Península donde disfrutaba de unos días de permiso. Fortea recibe órdenes de esperar en la pista, en las proximidades de Ben Tieb, a las fuerzas de dos mías de policía que deben incorporarse urgentemente al campamento de Annual: la 6ª y la 10ª a las órdenes de los capitanes Carrasco y Aguirre Olozaga, que con 9 oficiales y 332 soldados no pueden incorporarse esa noche al campamento de Annual y pernoctan en Ben Tieb. De madrugada llega otra mía, la 5ª del capitán Cayuela reforzada con un harka amiga. Según el testimonio de este capitán, llegaron a Ben Tieb a las dos de la madrugada y allí, despierto, les estaba esperando el incansable coronel Morales con quien partieron al día siguiente hacia Annual. En aquellos días la posición de Ben Tieb se convirtió en un auténtico ir y venir de fuerzas en su camino hacia el campamento de Annual del que le separaban 21 kilómetros.
En los 17 kilómetros que hay entre Izzumar y Ben Tieb se hallaban distribuidas un total de 8 posiciones: cuatro en el margen derecho dirección Annual -Ben Tieb, Dar Mizziam, Morabo e Izzumar- y otras cuatro a la izquierda de la pista -Dar Salah, Intermedia A, Yebel Uddia e Intermedia B-. El 20 de julio, en esta extensión de territorio, y para contener lo que pudiera acontecer en Annual, se hallaban dispersos 1 jefe, 35 oficiales y 922 clases y soldados, y 10 piezas de artillería, que se vieron incrementados el día 21 con una batería de montaña en Izzumar, los escuadrones de Alcántara y la columna del capitán Luque Pinillos. Ni con este despliegue de fuerzas se podría contener lo que se avecinaba, ni mucho menos organizar una línea de defensa en Ben Tieb. Quedará para siempre la eterna duda de la cifra real de muertos que se produjeron en estos kilómetros malditos. El teniente coronel Ros escribirá en su informe que los 18 kilómetros que separan Izzumar y Ben Tieb quedaron sembrados de cadáveres. El único que hasta el momento ha aportado una cifra ha sido el teniente coronel Pérez Ortiz en su libro publicado en 1923. El 22 de julio en Dar Drius, a requerimiento del general Navarro, confeccionó unos listados que, aunque incompletos, demuestran la alta mortalidad que se dio en este tramo de la retirada. Pérez Ortiz solo contabilizó las unidades de infantería presentes en la posición, anotando cuántos hombres quedaban el 22 por la noche y cuántos por la mañana. Tan solo entre los tres regimientos de infantería se hallaban muertos o desaparecidos 680 hombres y 18 oficiales. El letal reparto correspondería por unidades así: San Fernando 11, 142 soldados y 9 oficiales; Ceriñola 42, 368 soldados y 4 oficiales; África 68, 170 soldados y 2 oficiales. El teniente coronel no incluyó en sus listas a ingenieros, regulares, policía indígena, ni a intendencia, artillería o caballería. 

Plano de las posiciones en la pista Annual-Ben Tieb. Realizado por el autor.

La última noticia que sobre la posición sin nombre he podido localizar se remonta al 21 de julio, cuando Igueriben había sucumbido tras el martirio sufrido. En Dar Mizziam, caída la tarde, Fortea intenta comunicar con el coronel Morales sin conseguirlo ya que las comunicaciones con Annual se hallan cortadas. Tampoco consigue comunicar con la sección de campaña de Melilla, únicamente logra hablar con el capitán Dolç del Castellar, jefe de estado mayor en Dar Drius, a quien le insiste en la necesidad de instalar la posición y advierte de la gravedad de la situación. El oficial trasmite su petición al general Fernández Silvestre y horas después recibe un telegrama donde le comunican que la petición queda autorizada. Si este extremo fuese correcto habría sido una de las últimas decisiones que partieron de Annual antes de decidir la retirada horas después.


La columna del capitán Luque
Amanece el día 19 y en el regimiento de Ceriñola, siguiendo las órdenes recibidas, se prepara la compañía que junto a las dos provisionales debe reunirse en Batel para formar la columna que, a las órdenes del capitán Benito Luque Pinillos, debe dirigirse hacia Annual. Sin embargo, esa mañana la columna que parte de Melilla formada por la 3ª/II y las dos compañías provisionales marcharán al mando de un teniente. Sobre los efectivos que forman la primera de ellas existen, como es normal, divergencias.

Benito Luque Pinillos 1880-1921
En el informe elaborado por el teniente coronel Ros Sánchez se indica que la formaban 83 hombres, por el contrario, en la relación de los destinos que tenía el regimiento el 1 de julio se indica que la unidad tenía 148 hombres en revista: 37 eran baja por diversos motivos, y 111 disponibles. Al mando de la unidad se hallaba el capitán Luis Franco García -erróneamente apellidado Franco Rodríguez- que estaba por incorporar, y de permiso en la Península se hallaba el teniente Emilio Infante Rodríguez, oficial que una vez incorporado fue destinado con posterioridad al Tercio de Extranjeros y murió en combate en Ras Tikermin el 22 de diciembre de 1921. El mando de la compañía lo desempeñaba el teniente Antonio Muñoz Dueñas (23-12-1889), perteneciente a la Escala de Reserva y con antigüedad en su empleo desde mayo de 1915, y el otro oficial era el teniente Fernando Velasco García (24-6-1892). A esta unidad se suman los cuatro ofíciales y los 155 hombres que componen las dos compañías provisionales. Desde el  principio me llamó la atención que una fuerza de casi 250 hombres se dirigiera hacia el frente al mando de un teniente. Supongo que la causa se debió precisamente a que tan solo debía cubrir el trayecto hasta Zeluán, donde Muñoz Dueñas entregaría el mando de la columna al capitán Pérez-Peñamaría. Como veremos más adelante, este extremo también llamó la atención del general Picasso y posteriormente la del Consejo Supremo de Marina y Guerra. Al pasar por Nador queda destacada una parte de la 2ª provisional al mando del teniente Navasa, y se incorpora una sección de la 1ª/III al mando del teniente José Medina Morris. El resto de la fuerza continúa hasta Zeluán, donde la otra parte de la 2ª provisional queda de guarnición al mando del teniente Tomás Pérez Andrade, quien moriría días después tras la capitulación del 3 de agosto.

En Zeluán, queda al mando de la columna el capitán José Pérez-Peñamaría Saco (6-10-1878), veterano oficial con más de veinte años de servicio. La compañía lleva desde el mes de mayo entre Nador y Zeluán, y sus efectivos ascenderían, según el informe del teniente coronel Ros, a 104 hombres y 4 oficiales, aunque en la lista de destinos figure que la fuerza disponible fuera de 86 soldados, ya que 26 se hallaban no disponibles por diferentes conceptos. Los oficiales al mando de secciones eran los tenientes Joaquín Arándiga Pluchán, José Medina Morris y Jesús Pérez Pérez. Esa noche las tres compañías -aún permanece junto a ellas la 1ª provisional- pernoctan en Zeluán. La mañana del 20 la columna parte en tren hacia Monte Arruit  donde se unirá la compañía que falta que será relevada por la provisional. Hasta ese momento, en Arruit se hallaba al frente de la escasa guarnición el capitán Benito Luque Pinillos (8-5-1880), con antigüedad en su empleo desde noviembre de 1909, habiendo participado en la campaña de Melilla y posteriormente en la del Kert. La 6ª/III dividía sus efectivos entre  Zaio y Arruit; en lista de revista la unidad tenía 118 soldados aunque en el informe Ros aparecen 88. Eran oficiales de esta unidad los tenientes Francisco Rodríguez Pons, Elifio Feliz de Vargas Martín, Honorato Hernando Romero y Evaristo Meana Brun que se hallaba en Annual. Tras formalizar el relevo, queda en Monte Arruit una fracción de la 1ª provisional al mando del teniente Antonio García Fernández, quien provisionalmente quedó al mando de la posición y moriría días después durante la defensa del reducto. La otra sección partió hacia el Zaio junto al teniente Luis Balmaseda, y según consta en la información del regimiento fue la única fuerza de todas las que tenía destacadas en el frente que se retiró -siguiendo órdenes- sin combatir. 

Teniente Elifio Feliz de Vargas Martín
De ahora en adelante utilizaré las cifras que aportó el regimiento en su detallado informe donde indicaban el nombre de los oficiales, el número de soldados y el lugar donde se hallaban el 22 de julio. Así, la columna que quedó al mando de Benito Luque sumaba 10 oficiales y 275 clases y soldados, que desde Batel partieron al alba del 21 de julio desconocedores del trágico devenir que les esperaba. El primer rancho lo consumieron en Drius, y por la noche las tropas cenaron en Ben Tieb, pero aún no habían llegado a su destino ya que debían continuar hasta Annual. No tengo constancia de cuándo recibieron la orden de instalar la posición. En Ben Tieb se hallaba también la 3ª Compañía de zapadores que al día siguiente se incorporaría a la columna de Luque. Esta unidad se hallaba bajo el mando del capitán Agustín García Andújar (Almería 25-06-1893), y tan solo tenía un oficial en sus filas: el alférez Casimiro Gil Vicent. Los efectivos oscilan entre 94 y  117 hombres, algunos de los cuales eran agregados de infantería que trabajaban construyendo la pista de Annual. Luque había sido jefe de posición en Arruit, posteriormente condujo su columna y ahora ocupaba su tercera jefatura en Ben Tieb, ya que seguía siendo el capitán más antiguo.
Cuando el 11 de noviembre de 1921 declarase ante el general Picasso, el comandante Alfredo González Larrea diría desconocer que aquellas compañías se hallaban en Ben Tieb el 22 de julio. Tan solo tenía constancia de la presencia del Tren Regimental haciendo viajes hacia Annual. Sin embargo, afirmó conocer que cuando se trataba de marchar más de una compañía debía hacerlo a las órdenes de un jefe. Finalmente, González Larrea y el propio teniente coronel Ros Sánchez fueron encausados y juzgados siguiendo los testimonios deducidos del expediente instruido por el general Picasso. En la plaza se hallaban tres jefes del regimiento y ninguno de ellos se puso al frente de la columna: Alcántara -jefe del II Batallón- y los comandantes González Larrea -I Batallón- relevado de Sidi Dris el 7 de julio, y Francisco Mingo -III Batallón- que estuvo en Igueriben hasta el  13 de julio. No entraban en el turno de operaciones los comandantes Marín y Torres, el primero mayor y el segundo encargado del depósito de municiones del regimiento. Manuel Ros Sánchez, jefe del III Batallón era el jefe accidental del regimiento desde que el 21 de abril el coronel Riquelme le hizo entrega del mando para poder ser operado en Madrid. De los seis jefes que tenía el regimiento, tan solo dos se hallaban en primera línea: el teniente coronel Marina Viñaras -jefe del I Batallón- y el comandante Julio Benítez -II Batallón- ambos muertos en combate. En cuanto al resto de regimientos de infantería, la proporción fue la siguiente: San Fernando 11; 7 jefes disponibles (3 en el frente, 2 muertos en combate y 4 en Melilla); Melilla 59; 7 disponibles (5 en el frente, 2 muertos en combate, 3 prisioneros); África 68; 7 disponibles (4 en el frente,  3 muertos en combate y 3 en Melilla). El defensor de Ros y González Larrea argumentó en su favor que en las órdenes que la Comandancia dictó al regimiento no figuraba que al frente de la columna debía ir un jefe. La normativa -no escrita- indicaba que los comandantes mandaban posición y los tenientes coroneles columnas. También aducía en su favor que ambos oficiales se incorporaron voluntariamente el 23 de julio sin recibir orden alguna, aunque no pudieran pasar del río Igan donde soldados de intendencia les indicaron que el camino estaba cortado. Ros fue condenado a la pena de reclusión de tres años y un día con la accesoria de separación de servicio, y en abril de 1923 fue dado de baja siendo coronel. Cumplió condena en Chafarinas junto a otros oficiales encausados por los sucesos de julio. González Larrea fue condenado a una pena de seis meses y un día que cumplió en la prisión militar de Cádiz, donde ingresó en abril de 1923. El regimiento de  Ceriñola,  por ser su jefe accidental el teniente coronel Ros Sánchez,  se encargó de confeccionar el informe más detallado y preciso de todas las unidades que se vieron involucradas en el Desastre. El informe que remitió a Picasso el coronel Morales, jefe del regimiento a partir del mes de agosto, fue redactado por Ros Sánchez entre los meses de septiembre y diciembre de 1921, y constituye una pieza inédita, exhaustiva, precisa y de gran valor para los que investigamos sobre el Desastre.
Las últimas líneas que escribió el teniente coronel Ros el 2 de octubre decían: Ninguno de los nuestros pudo hacer más de lo que hizo. Morir.

Soldados de Ceriñola, 1920. Arriba a la izquierda  Pedro Romero Ahumada.
Imagen cedida por su biznieto Eloy Jiménez Jiménez.
Un viaje de noche
La primera prueba fehaciente acerca de la determinación de instalar la posición la encontramos en la Comandancia de Melilla a las once de la noche del 21 de julio: en la sección de campaña del Estado Mayor están reunidos varios oficiales, uno de los cuales -el teniente coronel Capablanca- decide que se forme una columna que, al mando del teniente coronel Primo de Rivera, parta desde Ben Tieb y fortifique una posición en el lugar donde indique el capitán Fortea. Al jefe accidental de Alcántara se lo comunicarán telegráficamente al campamento de Dar Drius donde se hallan los escuadrones reagrupados. La columna deberá llevar un oficial de Estado Mayor; a pesar de que en principio el elegido es el capitán Luis Vega -recién llegado de Annual donde ha sido relevado por Emilio Sabaté- al parecer debido a que estaba indispuesto se decide finalmente que sea Sigifredo Sainz Gutiérrez, destinado en la Comisión internacional de límites de Marruecos.

Izquierda, capitán Sigifredo Sainz Gutiérrez junto al capitán
de ingenieros Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate. Imagen cedida
por Regina López Aguirre, nieta del capitán Aguirre.
A bordo del Antonio López tras la liberación.
Sainz, junto al también capitán y compañero de destino Enrique Sánchez Monje, se había presentado voluntariamente en la Comandancia ante las alarmantes noticias que se recibían. En la puerta de la Comandancia le espera el comandante González Simeoni, jefe de la sección de campaña, con las últimas órdenes. Puntual a su cita, Sainz se reúne con Simeoni y el comandante Alfonso Fernández que debe partir al encuentro de la columna móvil de Dar Quebdani. La actividad en la sección de campaña es incesante aquella noche; a las dos de la madrugada Sainz marcha junto a su asistente, el soldado de Alcántara Celestino Herrera Gálvez. El capitán partiría de Melilla el 22 de julio y no regresaría hasta el 28 de enero de 1923. El viaje de noche resulta todo menos tedioso para el oficial y su chofer; varias averías obligan a Sainz a subir a uno de los camiones de suministros hasta que el conductor, tras solventar el desperfecto y alcanzar el camión, sube al capitán y consigue llegar a Drius. Sainz, que ve que los camiones de ingenieros están allí, se reúne con Jacinto Dolz del Castellar -jefe de Estado Mayor en Drius- le transmite las necesidades para fortificar la posición y ultiman los detalles. Deciden que Sainz se adelante hasta Ben Tieb, donde esperará a que lleguen los escuadrones de Alcántara, la columna de Luque, los zapadores y el material que necesita: básicamente material de fortificación (8000 sacos y 80.000 cartuchos de máuser), y una estación óptica. Por la mañana en Ben Tieb Sainz anotó todo lo que recibió: tan solo 2000 sacos de los 8000 pedidos, y faltaba la estación óptica, lo que querría decir que cuando se hallaran en la pista no podrían comunicarse con nadie. Antes de partir cuenta los efectivos de las compañías; aunque incurre en alguna pequeña anomalía es justificable teniendo en cuenta el momento crítico y el tiempo transcurrido hasta que tantos meses después sus notas ven la luz. Según éstas componen la columna de Ceriñola: 8 oficiales, 263 soldados, 3 caballos y 30 mulos; la compañía de zapadores de García Andújar: 2 oficiales y 94 soldados. En Ben Tieb se hallaba el 5º Escuadrón de Alcántara al mando del capitán Ricardo Chicote formado por 4 oficiales y 86 cazadores. Las tropas que llegaron al mando de Primo de Rivera serían: 1er Escuadrón (3 oficiales y 50 soldados); 2º Escuadrón (3 oficiales y  61 soldados); 3er Escuadrón (3 oficiales y 67 soldados); 4º Escuadrón (3 oficiales y 63 soldados);  y escuadrón de ametralladoras (3 oficiales y 50 soldados). En el regimiento de Alcántara, Sainz contabilizaría 1 jefe, 19 oficiales y 377 soldados. Picasso elevaría estas cifras hasta 22 oficiales y 439 soldados: 461 hombres. En las notas del capitán Sainz se puede leer que junto a las tropas se halla una ambulancia, y que faltan sacos y la estación óptica.
Cuando faltaban pocas horas para que miles de soldados emprendieran la huida desde Annual, una columna de más de 800 hombres  penetraba en el núcleo de la tragedia de la cual muy pocos podrían escapar.

Pista Annual a Ben Tieb. Imagen cedida por Santiago Domínguez Llosa

Agradecimientos
Quiero dar las gracias a Santiago Domínguez Llosa, Benito Gallardo Sierra y a Juan Tomás Palma Moreno por ayudarme a ubicar el puente de madera y las posiciones que se hallaban en la pista Annual-Ben Tieb. También por enviarme fotografías, por compartir conocimientos y sobre todo por escucharme. Todos ellos forman parte de la Asociación de Estudios Melillenses, de la cual es presidente Benito Gallardo, donde mantienen el recuerdo por los acontecimientos del desastre. Su conocimiento del lugar y la historia me han servido de inapreciable ayuda. Cuando visité en abril de 2012 los territorios de la antigua comandancia junto a mi anfitrión y amigo Juan Palma cumplí el viejo anhelo de poder departir con todos ellos en su sala de lectura.