domingo, 29 de noviembre de 2009

De cómo recuperó el habla el capitán Fortea.

De cómo recuperó el habla el Capitán Fortea
¿Qué fue lo que le ocurrió a Julio Fortea tras verse inmerso en la vorágine de la retirada? Las versiones que se conocen dicen que quedó sin habla, que no podía articular palabra. ¿Se corresponden sus síntomas con los de alguna patología conocida? En definitiva, que pudo suceder para que un oficial con más de quince años de servicio de repente se quedara sin poder hablar. ¿Qué se hizo para deshacer el mal? ¿Cómo recuperó el habla el capitán Fortea?

Un primer trauma

En septiembre de 1898 era gobernador militar de las filipinas islas Batanes el comandante Julián Fortea Selví. Junto a su mujer Asunción García convivían los cinco hijos del matrimonio,(Ángel, Julio, Luís, Milagros y Pilar), el mayor de ellos con tan solo13 años y dos sobrinas del comandante. La guarnición se componía exclusivamente de 150 soldados indígenas. El día 18 desembarcó en las islas un grupo de insurrectos que se dispuso a atacar el poblado. El gobernador entregó armas a otros españoles residentes en la isla y se dispuso a defenderla. La mayoría de tropas autóctonas desertaron y para organizar la defensa se tuvieron que atrincherar militares y civiles en la casa gobierno. Poco pudieron resistir ante el empuje de los sitiadores. Nueve horas después caía abatido ante su familia el comandante Fortea y los atacantes se apoderaron de la posición. Ese día Julio Fortea García vivió su primer trauma de guerra cuando contaba sólo once años. Perdió a su padre ante sus ojos. En aquellos momentos no existían prácticamente estudios sobre las patologías producidas por la guerra y mucho menos se habían publicado artículos sobre sus efectos entre los niños. El único consuelo para los Fortea fue que los asaltantes reconocieron el valor del gobernador y le rindieron honores militares. La familia pudo partir hacia España y el cadáver del padre quedó enterrado en aquellas lejanas islas.



Comandante Julio Fortea Selví
A pesar de la tremenda conmoción que debió causar entre aquellos niños la tragedia, Julio eligió ser militar como su padre. Ingresó en la academia de infantería el 31 agosto de 1905. Cuatro meses antes le fue concedida la Cruz Laureada a su padre. Los periódicos de la época publicaron amplia información y la clase política mostró su interés en repatriar el cadáver. Finalmente, en 1910 los restos del Comandante Fortea volvieron a España. El féretro llegó a Barcelona, donde fue recibido por el General Weyler. En las fotos de la época se puede ver a Julio Fortea vestido de media gala y con salacot. Dos compañías del regimiento de Vergara rindieron honores y presidió el acto el menudo capitán general. Desde la ciudad Condal fue trasladado a Madrid y enterrado en el cementerio de la Almudena.


Julio Fortea (derecha) junto a sus hermanos

Idéntico drama le tocó vivir a otro niño durante los sucesos de julio de 1921. El capitán Cándido Irazábal estaba al frente de la 4ª compañía del III Batallón de Melilla 59. El 22 de julio su unidad se hallaba destinada en Terbibin. Junto al capitán pasaba aquellos días su hijo Laureano, de una edad similar a Julio Fortea, vivió el mismo dramático final y vio como su padre moría ante él. Laureano fue herido y pasó unos días preso antes de poder volver a la plaza. Posteriormente fue recibido por el Rey quien escuchó la narración de aquel niño que vivió momentos tan duros. En julio de 1924, en Palma de Mallorca, se le concedió la medalla de sufrimientos por la patria que le fue impuesta por el Marqués de Garantía.

¿Qué le ocurrió al capitán Fortea?
El estrés postraumático, la neurosis de guerra y la afasia.

Julio Fortea era el jefe de la 13ª Mia de policía indígena. Lo era desde que se hizo cargo de la misma al morir en Abarran el capitán Huelva. El 3 de junio ya se hallaba al frente de su unidad. El 22 de julio sus hombres se hallaban repartidos entre el Morabo de Sidi Mohamed y Yebel Udia. A diario realizaban descubiertas entre Tahuarda, el collado de Tizzi Azza y la posición B. Por lo tanto no es desdeñable pensar que el capitán pudiera pernoctar en una de esas dos posiciones el 21 de julio. En los listados del general Picasso se cita que en Annual había el 22 de julio 1 oficial y 40 de tropa de la 13ª Mia de Policía. En los que publicó Caballero Poveda sin embargo afirma que las fuerzas pertenecían a las 5ª, 6ª, 10º, 11ª y 15ª (804 hombres). El resto de la unidad parece que permaneció en el Morabo.
La neurosis de guerra no es en sí una entidad clínica. Se engloba en la categoría de la neurosis traumática que fue definida por Oppenheim en 1889. Durante la primera guerra mundial se abrió entre las potencias el debate sobre el posible origen. Los contendientes recurrieron a los psiquiatras para poder identificar y desenmascarar a los simuladores que fingían ser falsos enfermos y eludían el combate. Algunos de los más importantes psiquiatras de la época fueron alistados (Ferencki, Karl Abraham. Ernest Jones, Tausk, Simmel) y tuvieron la oportunidad de tratar un importante número de casos entre aquellos pobres soldados condenados al infierno de las trincheras. Freud se libró de ser reclutado debido a su avanzada edad.
Los principales síntomas del estrés postraumático aparecen tras la exposición del individuo a un acontecimiento estresante y extremadamente traumático. La persona se ve envuelta en situaciones que representan un peligro real para su vida. También aparece cuando el sujeto es testigo de un acontecimiento donde se producen muertos y heridos. En último lugar puede aparecer al conocer la persona, a través de alguien cercano, un acontecimiento que implique una violenta e imprevista muerte.
En tercer lugar la patología que afectó al capitán podría ser la afasia, que consiste en la pérdida y/o capacidad de comprender el lenguaje. Las causas que la provocan se deben a lesiones que se producen en las áreas cerebrales especializadas en esas tareas. Entre otras causas puede aparecer debido a un traumatismo craneoencefálico.

llegada de féretro del comandante Fortea a Barcelona


Sin duda alguna que lo que afectó a Fortea y a otros muchos fueron los dos primeros supuestos. Hubo muchos casos entre los combatientes, el miedo a morir a manos del rifeño les sumió en un profundo shock. Existen muchos estudios sobre los efectos del estrés y la neurosis en los soldados que participaron en la gran guerra y prácticamente ninguno de lo que les ocurrió a los pobres soldaditos españoles en Annual. Tan sólo en novelas como Imán, El Blocao o El desastre de Annual (Episodios nacionales contemporáneos) se hace mención a las profundas heridas psicológicas que sufrieron. Retiradas desordenadas y caóticas, defensa a ultranza de posiciones que quedaron aisladas, privación de agua durante días, falta de alimentos, enfermedades, largas caminatas bajo un sol abrasador, matanzas indiscriminadas. Demasiado para cualquiera, imposible no encontrar cientos de casos similares al ocurrido a Fortea. Entre ellos podríamos incluir el caso del alférez Ruiz Tapiador tras escapar de Dar Azugaj y refugiarse en el pozo 2 en Tistutin. También al alférez Balseiro que deambulaba perdido ante la atónita mirada del general Navarro. Cientos de soldados padecieron aquellas neurosis, algunos nunca pudieron superarlo, otros lo tuvieron presente en sus sueños toda su vida. Recientemente publique el testimonio de la nieta de Pedro Hernández Cabrerizo donde Teresa nos refería que 77 años después aun soñaba con aquellos días de julio. En la declaración de Fortea ante el instructor no se aclara el porqué, ni tan siquiera hace referencia a ello. No menciona ni un sólo detalle sobre lo ocurrido en Annual. En algún periódico se publicó que su estado se debió a la visión que le produjo ver el cadáver de Silvestre maltratado por los rifeños. Sin embargo en la declaración del comandante Alzugaray este afirma categóricamente que en la mañana del 22 se encontró con el en Ben Tieb y que mantuvo una conversación. Esta afirmación desmonta las teorías publicadas por la prensa acerca de que perdió el habla al ver como mataban al comandante general. Por lo tanto debió afrontar la retirada a Drius y desde allí a la plaza, en este intervalo de tiempo perdió el habla. Nunca sabremos porqué.


Un Nuevo método para curar las neurosis de guerra.
A mediados de agosto Julio Fortea seguía sin articular palabra a pesar de que habían transcurrido casi tres semanas y se hallaba descansando en su domicilio. De repente el día 18 los periódicos publican que se ha curado de su problema y que su estado es perfecto. Había superado su trauma y podía hablar y recordar. Para curar su patología no se utilizaron los métodos de los psiquiatras de la guerra mundial. Fortea no recibió descargas eléctricas ni fue sometido a la cura de Kaufman. En lugar de esas técnicas recibió otra que en principio me desconcertó, pero tras investigar más profundamente descubrí que no fue el único que fue curado gracias a la hipnosis.Años antes, los franceses Chacort y posteriormente Berheim y Liebault utilizaron la hipnosis entre sus prácticas habituales. Hasta incluso Freud fue discípulo de Charcot y llegó a utilizar la sugestión en sus tratamientos. La corriente hipnótica se extendió por toda Europa y ganó un gran número de adeptos. En nuestro país también encontramos algunos practicantes y grande fue mi sorpresa al localizar a un médico militar que no sólo la realizaba sino que además es considerado un precursor y un eminente psiquiatra.




Julio Camino Galicia nació en Tábara (Zamora) el 27 de mayo de 1882, era el primogénito de seis hermanos entre los cuales destacó su hermano Felipe. Años después sería uno de los integrantes de la generación del 27 firmando sus obras como León Felipe. El doctor Camino finalizó sus estudios de medicina en 1906 y un año después ingresó en la academia de sanidad militar de donde saldría con el empleo de teniente médico en junio de 1908. Tras su ascenso a capitán en 1911 inicia una intensa actividad en la psiquiatría y en sus diversos destinos puede compatibilizar su vida castrense con el ejercicio de su especialidad en el consultorio de la Cruz Roja en Madrid. Ya en esos años despunta su afición a utilizar la hipnosis en sus terapias, lo que le valió el rechazo de la psiquiatría “oficial”. En 1915 pasó un año en el hospital militar de Zeluán donde continúa con sus prácticas sugestivas hasta incluso entre la población indígena. En 1920 publicó “Manual de Hipnotismo e Hipnoterapia”, que fue a la postre una de sus más famosas publicaciones. Me consta que entre sus compañeros de armas se despertó un interés que en algunos casos llegó a que algunos oficiales la practicaran sin que fueran médicos. Julio Camino se retiró de comandante en 1933 (acogiéndose a la ley Azaña) y publicó un altísimo número de libros sobre enfermedades mentales. Fue además profesor de psiquiatría y medicina legal de la academia de sanidad militar. Falleció en Madrid el 21 de enero de 1956.




De cómo recuperó el habla el capitán Fortea

El 19 de agosto Julio Fortea recibió en su casa la visita de dos compañeros de armas. Se trataba del teniente coronel de ingenieros Bernardo Cabañas Chavarrías y del capitán médico Vicente Martín Crespo. El primero era en ese momento el ayudante del general Muñoz Cobos y el segundo era el galeno del batallón expedicionario del regimiento de Almansa. El general había sido comisionado para supervisar y gestionar el tratamiento de los heridos durante el desastre así como inspeccionar si los medios de que se disponía eran suficientes para contener el alud de heridos. Muñoz permaneció varios días en Melilla a principios de agosto para poder elevar su informe al ministro de la guerra. Cabañas, enterado de la afección de Fortea le convenció para practicar hipnosis asegurándole que los resultados serían efectivos. Tras sugestionar al capitán le hizo recitar el abecedario y posteriormente el nombre de su mujer. Grande fue la sorpresa al poder Fortea articular tanto el nombre de su señora como todas las letras del alfabeto. En total el proceso sugestivo duró siete minutos. Así recuperó el habla Julio Fortea. Tras la curación del oficial, Cabañas, parece ser que experimentó la hipnosis con un soldado de Alcántara que padecía la misma patología. Tras finalizar sus gestiones en Melilla Muñoz Cobos y Cabañas partieron hacia la península. Al llegar a Málaga el teniente coronel enterado de que en el hospital estaban ingresados dos soldados que presentaban idénticas sintomatologías les aplicó la misma técnica con idéntico resultado favorable. Se trataba de Leopoldo Megias del mixto y José Alba de Ceriñola.
La hipótesis más razonable fue que Cabañas y el Dr. Camino se conocieran en Madrid años atrás. El entonces Comandante Cabañas se hallaba destinado en el 2º regimiento de minadores zapadores y el psiquiatra en el regimiento de Húsares de la Princesa. Según dejó escrito Camino el hipnotismo era una práctica muy delicada de modo que el hipnotizador debía reunir las siguientes características: “ Ser médico y buen sociólogo y psicólogo; inspirar confianza y rodearse en las sesiones de testigos honorables; tener una honradez absoluta y no actuar más que ante los trastornos apropiados para la hipnosis”. Cabañas no era médico aunque para tal ocasión fue acompañado de un testigo especializado. Días después la junta directiva del Centro de Hijos de Madrid acordó elevar instancia al ministro de la Gobernación para que le fuera concedida la Cruz de Beneficencia a Cabañas por su labor humanitaria en Melilla.


Sobre Julio Fortea García

Nació el 20 de mayo de 1887. Ingresó en la academia de infantería el 31 de agosto de 1905. 2º Teniente 26-06-1908, destinado en San Fernando 11. 1er. Teniente 26-06-1910. Capitán 09-09-1913. Con anterioridad a su destino en la policía indígena había formado parte del Melilla 59. Fue Fortea un oficial africanista sin duda alguna, lo prueban los años que permaneció destinado en el protectorado siempre al mando de unidades indígenas. En febrero de 1922 al mando del Harka auxiliar de Beni Said llegó hasta el barranco del Izumar, allí donde murió el coronel Morales. En su osadía pretendió en rápido avance llegar hasta el maldito campamento de Annual. El alto mando le disuadió de llevar cabo la acción que hasta mayo de 1926 no se pudo realizar. Ese mismo año sufrió un accidente de moto en el que se fracturo la mano y sufrió contusiones en la cabeza. Meses después, en agosto, perdió de nuevo a su jefe en combate al ser asesinado en el Igan el coronel Lasquetty. Le sucedió en el cargo el coronel Manuel de las Heras (muerto en 1930 en los sucesos de Jaca). En 1923 ascendió a comandante y por su actuación en la rotura del cerco de Tifaurin se le concedió la Medalla Militar Individual. En septiembre, el general Marzo, le impuso la condecoración en Quebdani, en aquellos duros combates se ganaron la medalla varios oficiales, entre ellos el coronel Salcedo Molinuevo. En 1924 se le destina a la Mehala Jalifiana de Melilla y un año después a los servicios Jalifianos como interventor militar de Melilla. En ese destino compartió el mando con otros supervivientes de Annual, el comandante Gómez Iglesias y posteriormente Jiménez Ortoneda. Durante los tres años siguientes permanece como interventor, en 1925 sustituye provisionalmente al coronel Monasterio en la jefatura del Peñón de Alhucemas. Finalizó su carrera militar con el empleo de coronel.

Bibliografía:Hemeroteca La Vanguardia año 1921 y 1922
Hemeroteca ABC año 1921 y 1922
Anuarios militares de 1910,1920 y 1921
Biografía del Dr. Camino Galicia
http://leonfelipe.org.es/BiografiaJulioCaminoGalicia.html
Fernando Caballero Poveda. La Campaña de 1921. Revista Ejercito 522 y 523- Madrid 1984.
Juan Pando Despierto. Historia secreta de Annual. Ed. Temas de hoy. Madrid 1984.
Galería militar contemporánea. Servicio Histórico Militar. Madrid 1980
Caballeros de la Real y militar orden de San Fernando. Ministerio de defensa. Madrid 2001.
Mario Elkin Ortiz. Psicoanalistas en el frente de guerra. Edt. Universidad de Antioquia 2007.
Julio Bobes, Manuel Bousoño García, Alfredo Calcedo Barba y Mª Paz González García Portilla. Trastornos de estrés postraumático. Ed. Masson .